Elisenda Vilaró Móra

Elisenda Vilaró Móra

05/05/2013

¡Revivir!

Revivir és el títol del llibre de Guy Corneau, un psicoanalista de gran reconeixement mundial, que a l’any 2007 rep la notícia de que pateix càncer. Corneau ens explica el seu procés com a malalt oncològic, on combina la medicina tradicional i l’energètica amb una determinada actitud personal. Ens parla del procés de presa de consciència que es pot activar en una experiència d’aquest tipus on la vida i la mort es troben tan pròximes. Ens descriu també, quins són els mecanismes que s’han anat gestant fins a l’aparició de la malaltia i quins són els altres que s’han de posar en marxa per reconciliar-nos amb nosaltres mateixos i comprendre què no funciona prou bé  i a què ens convida a retrobar el procés de la malaltia.

De fet el mateix Corneau ens invita a comprendre el sentit psicològic i espiritual del càncer per acabar-nos parlant de tots aquells aspectes que donen sentit a l’existència.

Us recomano molt aquest llibre, de lectura fàcil i sobretot molt humà, un valuós testimoni tant per a persones que estiguin patint un càncer, com pels familiars i amics d’una persona malalta. Com per a tothom que vulgui descobrir com funcionen els mecanismes d’autodestrucción que ens porten a emmalaltir.

A mi el llibre em va arribar recentment, en una trobada amb una amiga, que m’havia de fer arribar un altre llibre però que “per error” va agafar aquest que s’estava llegint ella. Atentes les dues a aquest fet, molt amablement me’l va deixar doncs just en aquell moment en el meu entorn hi havia una persona malalta de càncer. La seva lectura ha estat molt reveladora i, m’ha permès entre d’altres coses, de copsar des d’una altra visió el procés que va viure la meva mare amb la seva malaltia, obrint-me de nou a la vida i a la mort des de l’amor i la compassió.

Us transcric un fragment del llibre on precisament Corneau fa una transcripció d’unes converses entre Éric Baret, un mestre espiritual i ell, d’un alt contingut filosòfic que tenen lloc en un moment on Corneau està en plena exaltació per la seva unitat retrobada. A mi em sembla un fragment extraordinari…

“- Siempre estamos intentando comprender algo -me dice-. Nos atareamos, preparamos algo, buscamos ganar dinero…Todo para proporcionarnos un futuro, para tener una identidad. Ese mecanismo de comprensión constituye la causa profunda de nuestras aprehensiones y de nuestro malhumor. No podemos tolerar la idea de existir sin identidad.

- Sí, esa perspectiva nos sumerge en nuestros miedos arcaicos.

- El drama se desarrolla precisamente a causa de eso. En consecuencia, se trata de salir de la expectativa de que el futuro traerá algo más feliz y más interesante -continúa-. Porque este no existe. Solo existe el presente, la sensación del presente. En el treatro, estamos felices por nuestra tristeza y tristes por nuestra alegría, experimentamos toda clase de sensaciones sin ataduras. Nuestra tristeza se desvanece con el fin de la obra y solo queda la felicidad. Lo mismo vale para la vida. Hay tristeza y, en medio, o detrás, hay alegría de vivir.

- ¿Entonces el truco consistiría en experimentar todas las situaciones en lugar de indentificarse con ellas? ¿Crees que eso resulta tan válido en los acontecimientos dramáticos como en los felices?

- Hay que vivir. Los acontecimientos nos ocurren a nosotros y alrededor de nosotros; las emociones nos atraviesan, solo podemos vivirlas y ser testigos de ellas.  A partir del momento en que se está vivo, solo existe la acción: únicamente podemos coger el tren. Sin embargo, cada vez que nos situamos en una no-acción, es decir, en una no-comprensión en el seno mismo de la acción, tenemos la perspectiva necesaria para experimentar la alegría de vivir. Tenemos acceso a una felicidad que no está condicionada por lo que pasa en nuestra vida, por la enfermedad o la salud. Como si los acontecimientos, en lugar de ocupar todo el espacio, se desplegaran en un espacio infinito en el que hay aire, espacio y tiempo.

-Te reconozco que, con el cáncer, el problema proviene precisamente del hecho de que el espacio se comprime de golpe. Uno se crispa y ya solo existe la amenaza.

- Sí, y, a continuación, tenemos que interpretar a un enfermo, asegurarnos de que tenemos cáncer y adoptar la actitud de que nos los tomamos en serio.

- En efecto, esta es una fuente constante de dificultades. Mis meditaciones, mis zumos de verdura y todas las medidas que tomo actúan de manera que sufro poco los efectos secundarios de la quimioterapia, aparte de la fatiga. De hecho, a veces, prácticamente me da vergüenza estar tan bien, no encontrarme postrado en la cama e ir y venir a mi antojo.

- Cuando se nos anuncia un cáncer, nos desconcertamos porque esa palabra está cargada de proyecciones colectivas ligadas a la angustia de morir. Olvidamos que solo es una palabra que por sí misma no supone nada. Actuamos del mismo modo que cuando recibimos un golpe o cuando salimos a fuera y está helando: nos encogemos. Sin embargo, cuanto más nos encogemos, más dolor y frío tenemos. En consecuencia hay que aprender a relajarse todo lo posible para aliviar el sufrimiento.

- Sí, estoy completamente de acuerdo. Tengo la impresión de que cuanto más se identifica uno con el hecho de estar afectado por el cáncer y rozado por la muerte, más se arriesga a reaccionar con dificultad a los tratamientos, psicológica y físicamente.

- Buscamos existir dentro de una identidad, y eso nos aliena. La no-pretensión de cualquier cosa nos libera instantáneamente, tanto del peso de las expectativas como del futuro. A mi juicio -continúa Éric-, la vida se resume en la pretensión de ser esto o aquello. A lo que hay que añadir la exigencia de ser reconocido por estas intenciones.

- ¿Quieres decir que podemos estar tristes o coléricos, alegres o despreocupados, y que todo se puede saborear?

- Lo que se saborea, esencialmente, es la alegría del movimiento en sí, el movimiento de la vida. Sentir la vida en lo más íntimo de uno mismo, eso es lo que nos hace felices y lo que llena el corazón de amor, un sentimiento sin motivo que se puede ofrecer gratuitamente a todo lo que existe y a cada persona con la que te cruzas.

- Tienes razón -le digo-. No queremos identificarnos con las emociones que provocan en nosotros reacciones que se consideran negativas. Por el contrario, queremos aferrarnos a las emociones que estimulan sentimientos agradables. Queremos identificarnos con aquel a quien todo le va viento en popa y que esa situación dure. No obstante, tanto si estamos vinculados con la tristeza o al dinamismo, el problema sigue siendo el mismo porque caemos en la trampa de la identidad. Somos cada vez más inconscientes de la alegría profunda de existir, y las situaciones dolorosas, que son precisamente las que más  nos recordarán que existimos, reaparecerán. Finalmente, todo es un tema de consciencia. Si existe esa presencia consciente, cabe la posibilidad de que alguien pruebe la alegría de esta presencia, que se revela, en consecuencia, como saludable y como fuente de serenidad.

- Esa serenidad es escucha y se basa en la presencia y en la sensación de lo que se siente. Para que aquello que se sienta sea cada vez más claro, hay que abandonar, al menos unos minutos, toda pretensión de ser quienquiera que se sea. Por supuesto, se trata de una búsqueda imposible en una mismo, ya que, en cuanto quiero abandonar mis identidades, se presentan todas: la voluntad de una no-voluntad es imposible. Me pongo, en consecuencia, a la escucha de todo lo que me impide estar a la escucha, y dentro de mis dificultades, se presentan a veces algunos segundos o minutos de verdadera escucha, algunos instantes durante los cuales puedo probar libremente el pleno sabor de vivir. Y a veces, en el placer de no ser nada, se siente la alegría pura de existir, que es una borrachera, un néctar divino”.

¡Revivir! La superación del cáncer con una actitud psicológica y espiritual. Guy Corneau,  Barcelona, Ediciones Luciérnaga, 2012.

 www.guycorneau.com

“Los cocodrilos no piensan. Reflejos del tantrismo Cachemira, Éric Baret. París, Almora, 2008.
“La consagración del dragón verde. Por la alegría de no ser nada”, Éric Baret. París, Almora, 2007.

www.bhairava.ws.

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